miércoles, 2 de julio de 2008

Visión de un adiós

Nada corta la sangre como un carámbano, pero la muerte que ofrece el olvido es como el cancer,ejecutor lento, por eso es mejor arrancarse el corazón. Tómalo, no son las flores que alguna vez te dí, esto que late y parece un pez sin agua, atragantándose en mi sangre. Tras el muro de mi habitación el mundo continúa, pero no hay tormentas que destruyan avionetas,el mundo sigue su sentido continuo con completa indiferencia. Finalmente... -no puedo evitar pronunciarlo cuando vuelvo sobre tal consecuencia, ¿es que quiero sumarle énfasis? Me paro, doy una vuelta y me siento para volver a parame de nuevo, cojo la guitarra y la abandono enseguida. Cierro los ojos para ver dentro de mí, eso es más adecuado, lejos en ese horizonte oscuro, leves ondulaciones me empiezan a transportar como siempre:Oscuridad,seguida por un leve mareo, forman generándose poco a poco hasta conformar una imágen completa.
Este debe ser el jardín que inventan dos corazones, estoy solo, hay juguetes varados en el suelo, que mal uno se siente, tendría que ser de piedra, tengo en la mano: un bello reloj, de esos que se destapan y, para sorpresa, al abrirlo cae un chorro de agua turbia, camino por la acera, las ramas que carician mi cabeza estan totalmente secas, parecen manglares de los que, sin embargo, cuelgan rosas de pitiminí, encarnadas como bocas. Oigo un llanto desbocado, un vaso que se estrella en el suelo, toda una vajilla que se estrella, o tal vez sea porcelana, con un repentino olor a tabaco y todo se hace morado, es extraño, nunca hubo morado total en mis visiones.