domingo, 12 de abril de 2009

Pastillas

Karmeado, tristón, a pocas semanas de mi onomástico (maldita sea un año más viejo, se reduce mi posibilidad con las chibolas) encima ni siquiera ensayamos, todo va mal, tengo la sospecha que esta noche sera larga. Llegar hasta la extremidad de la meditación para saber qué se aprende y qué se volvió a repetir. No sé si es peor dejar de confiar o saber que las cosas no te convienen, las cosas estan saliendo mal, me debo estar equivocando en el último toque, en fin, aquí algo que escribí bajo el efecto de antidepresivos:


Tres pastillitas rojas y ya estoy pensando en la coreografía triple de los quarks rojos, verdes, dulces, ácidos y los leptones pálidos que no saben bailar. Dentro muy dentro del aire, se agolpan a codasos, como los pasajeros de las ocho en los micros. Millones de pececillos pican los orgones de la vida, un cardumen eléctrico de neones tetra, de fieros bethas o pirañas turbando el lente cristalino del ojo con sus chisporroteos, primero rojo, luego anaranjado y el amarillo, el verde y el azul vienen delante del atolondrado violeta. Maratón de colores tropezando entre cacerolas regadas de la paranoia. El infierno de Adolfo Hitler, el infierno de Adolfo Sax, estas lenguas vertiginosas que penetran por los oídos hasta lamer con premura el hemisferio izquierdo, el derecho, el lóbulo frontal. Esas trompas enloquecidas de ballenas desholladas hincan los tímpanos con estalactitas de hielo al rojo blanco. Retumbando, retumbando, el helicóptero en despegue entre la abigarrada sinuosidad salmón-coral, se le han incrustado todos los descabellados nervios (es mi amigo imaginario llamado neurosis). Lo que se desinfla es los que resuena como un agujero de gusano que atraviesa la Vía láctea hasta Alfa Centauro con un resonancia que trisca todas las texturas de las estrellas, como el rugido soprano de una masiva fusión atómica derribando mil millones de palitroques-mundo en el perimetro. Como un cuadrado blanco bailando dentro de un círculo negro, como un condenado amarrado de cabeza al péndulo de un reloj en el vacío abisal, despellejandole el cerebro y el corazón quiere ser ancla, ¡quiere ser ancla! Ahora siente, siente el concierto viscero sensorial, Coleman esta tocando tu corazón, inflando y desinflando las faunas de Miro, padeciendo la trasmutación del placer etéreo, stereo. El desprendimiento ingrávido de los conceptos desdoblandose de las palabras, sólo onomatopeyas jamás advertidas por un ser vivo, coscorrones multicróicos. Estas volando conmigo.

Anhelos

A menudo sueño despertar
vuelto un petirrojo;
escurrime de mis sábanas
de tristeza
dando un pequeño vuelo
hasta el marco de la ventana
Y después volar...
lejos para siempre de mi
ajustada vida.
Volar...
apurando la extensión aérea
hasta el horizonte.
Cuando el sol comisario
disuelve la distancia azulina
retumbando en la lejanía

Flores de mandolina
y bayas de neón

Regresar a la tarde
cuando el crepúsculo baña
las fachadas del malecón
a refugiarme en la copa de un pino.

Pero estoy abajo, y mis
ojos piedras arden al sol del veranillo

Sé que llegará el tiempo
en que al abrir mis ojos
encuentre los tuyos por sol
sobre mi ramada.

Ultimamente tuve malas cartas, es todo.
(Y de quien es la suerte
sino del que la reclama)
puse en jaque a la providencia.

Pero llegará un tiempo de dos orillas
para ese verbo famélico
Y tú estarás hecha de cada sueño
exhalado contra los muros.

yo te mostraré hogar el universo

No llores mi cielo, es el tiempo
que nos indispone ante Dios

Piénsame
piensa en nuestro amor venidero.

Y si tienes una certeza mía
viendo una cafetera,
una calle vacía
o un niño triste,
por favor sueña que aún queda
alguien en quien puedes confiar.

Alguien que corresponde
tus pensamientos, tus libros,
tus paseos por la playa.
Alguien aprendiendo a caminar
todavía, un poco triturado
por los nudillos del tiempo
pero sonriente.

¿Recuerdas, de niña, tus primeros
contactos con el mundo?

Las iglesias enfloradas de sacramento,
la garúa limeña de toda la vida
o el existecialismo popular
acompañando las historias que vociferaban
las amigas de tu madre desde la sala.

El regreso de la escuela
escuchando la actividad de los hombres
y el olor del almuerzo listo
manado desde las cocinas a los talleres.

Los amigos que se fueron,
los pequeños amores
y el sueño de esa persona ideal,
que no debería estar
en la antípoda, para quien
guardas muchas cosas
que contar y dar:
canciones, poemas, momentos.


Ese lugar preciado que solamente
puede ocuparlo un hombre,
adonde yo llegaré mañana.