jueves, 22 de octubre de 2009

Amonestación

Subí un nuevo poema de mi amor en CAFEÍNA Y ALQUITRÁN, léanlo y opinen. :P

sin título

No era lo que estaba preparando, pero lo escribí esta tarde ;)



La tarde que día a día falsea de la misma forma
el reposo oportuno, fruto del consentimiento, como
una bocanada sorda y estática al lado del descanso
que interrumpe las recámaras con su cuerpo opaco
empañando el entusiasmo, sin ningún mandato,
desabotona fechas que a éstas alturas empiezan a
declinar el barco de las expectativas anuales.
Los suicidios aumentan en primavera; haber soportado
el brutal invierno no significa nada ante el montículo de
cuentas que bajo los dedos deja una crisis imprevista,
los estados nadan inútilmente por salvarse de la recesión,
las predicciones económicas beneficiosas fallaron una
vez más al igual que las deportivas, al menos la histeria
colectiva ante la supuesta última pandemia no pasó de
una paranoia alimentada por la especulación mediática con
ágiles rotativas, siempre dispuestas a paralizar a las masas
con pormenores catastróficos esperando hacer de
una notica consistente el aperitivo de los próximos meses.
Es casi un signo familiar esta ola de suicidios que vemos
en las primeras planas de los puestos de periódicos,
mentón en mano, sintiendo vértigo por los ahorcados pero
con total insensibilidad por la desgracia ajena, pues al no
poder ayudar la insensibilidad florece sobre la roca de la
poca lástima con la que se halla contado inicialmente
¿Cuánto más tardará en llegar la primavera? oigo una
plegaria que se levanta desde los lívidos hierbajos
envueltos en auras borrosas, el rumor de las piedras que
sospechan la próxima llegada de un deslumbramiento
eucarístico. Muy a lo lejos, el sonido del florecimiento
avanza con su ola nacarada alcanzando mil planetas con
un atuendo florido, mientras en este bullicio persisten
residuos pegosteados que dejara el invierno desolador.
Las paredes contienen una ansiedad asténica, todo rumor
parece llegar de un mundo distante que apenas roza la
cúpula de lo posible, más se halla muy lejos de lo
adecuado, como apenas chisporroteos alegóricos
arrastrados por un viento inmenso.
Empiezo a decir las palabras obstinadas que suelo decir
por falta de mayores razones que perturben el afán de paz
que deseo tener en marcha, sin importar qué soluciones se
desprecien o las expectativas que se tengan sobre los
hechos finales adscritos de manera que ocurren fuera de
nuestras inquietudes y se arrastran por las agrias páginas
que mis palabras hielan, prescindiendo de una mayor
lucidez o moral debido al sentimiento que inunda con
violencia mi espíritu, con los huesos saboreando la gris
cotidianidad diluida en un lago de alquitrán.