lunes, 12 de julio de 2010

Poema I

Se nos terminó el mundial, estuve escribiendo algo, veamos si les gusta. Dedicado.



Me hice resistente a tus “Fui” más que a la persistente inanimidad,
llorabas sin saberlo y yo atrapaba con especial delicadeza la poca
piedad que ensombrecía tus esperanzas de un cielo duradero.
¿Cuánto tiempo me hice, al viento de tus sentidos argumentos
un silente pinar, y, sin querer hacerte cervatillo asustado,
envolví de aquellos afectos sus inversiones con desestimado orgullo?
Tu boca debe saber a sal de estrella lejana; noche que sin ver
reclama a los tiempos soles dedicados al ejercicio providente de amar;
porque desbocas o acallas, cual sea tu intención, un universo que
engendraste durante siete días de Abril, y vuelves, girando tu espalda,
a la poca luz del pecado contra las duraderas promesas, ausencia,
ausencia, eso eres bajo la intemperie de nuevas soluciones determinativas.
Corazón de aire, soledad y solución.
Una costumbre opaca ha crecido
donde te esperaba afincado al espanto encontrado en no verte volver;
me sabe a piélago, la obligatoriedad de un cambio postergado
es el combustible de esta despedida tan puntual, escrito de antemano
por las propias circunstancias que nos mantienen alejados.
tal cual lo hace el embate contra los peñones de Agosto.
No mires dentro de mis angustias siendo razón y locura, puedes
arrojar mi corazón al centro de la confusión durante un segundo,
y más que desarraigarme de mis adentros, ser tú la que
prospere al encontrarme desnudo en una íntima isla en torno a aguas
negras de ambulatoria inseguridad al mismo ahogo posible.
Solía presentir cada noche en la oscuridad, con ojos bien abiertos,
la presencia sobre tu llegada en la frialdad saliente y malintencionada
que invadía mis sentires en la medida en que te aproximabas a mi alma;
entonces todas las cosas que se hacen llamar bellas lo eran por ti
y tú, nombrada por los ángeles, originabas la llameante manifestación
del amanecer inundando el corazón de los pájaros bajo el relente.
Cuánto ha envejecido aquella idea malinterpretada ingenuamente
de poder con suerte y sorpresa someterme a mi esperado sueño etéreo,
fui silencio, fui momento, cuando surcaron otros mandatos
el destino con sonrisas traicioneras que son capaces de romper un amor
rasguñando su fragilidad ante un mundo de horas detenidas.
Quisiera sobre cualquier intención que las palabras que abordan
estos sentimentalismos inesperados sepan mostrarte el otro rincón
de la virtud que haya engendrado nuestra convergencia existencial
en el aporte menos interesado, aquel que asalta a las lágrimas
los ojos cuando el pecho erupciona de emociones encontradas,
o bajo el fragor gigantesco de los años menos gratos, traiga para

tu cabello flores que sean canciones de fabulosa libertad.