martes, 21 de mayo de 2013

Poeta atormentado


Su talento tieso, cubierto por una luz vacía, es una joya barata, como un espejo donde no entra más de lo que se especula: todo lo refleja y todo lo posee pero con esa magnificencia postiza. Con polvo alojado en su corazón como una habitación vieja, casi un sótano oscuro que la poesía abuhardilla, ahí entra el niño, Nietzsche es un pez que se asfixia en su corazón, capa a capa la realidad parece despintarse, con una lavazon de lo captado, todo es más efímero que una palabra, que deja una quemazón en los labios, aunque el cerebro la haya olvidado,
 Su cabeza desarmada en mil piezas repetidas, haría falta un manual retórico para ponerlas en su sitio, pero es mejor darle una pizca de aire,
De ese que son notas incendiándose en un piano llovido, partitura de arena, escrita por el primer hombre invisible que dejó su huella en la roca.
Eso puede darle un alma llena de viento como un tambor indio.