sábado, 16 de enero de 2010

Acerca de pragmática, proceso creativo y poetas profetas

Lo prometido es deuda...




No sé, no sé si la poesía, que es para mí una manifestación demasiado libre de una realidad sensible, pueda ser sometida al mismo juicio al que se somete un simple discurso (como pretende Van Dijk) estructurado en cierta bibliografía que supone una tradición epistemológica sobre una problemática particular situada en un contexto específico y que esta dirigido a cierta audiencia esperando repercutir en ella como meta fundamental de su elaboración. Mientras que un poema se escribe sobre una estética predefinida por el poeta y el proceso creativo es casi un automatismo, pues todos saben que el poema nace de sí mismo y se necesita solamente a sí, por lo que escribir lento y revisado es un mal proceso. El poeta no es un decidor de verdades, sino un interpretador sensible de lo que se presenta como un cuerpo fenoménico en su camino, por decirlo de esa manera para ser breve. Cuando pienso en el contextualismo pragmático en seguida pienso ¿dónde se debe situar el punto de partida para escribir poesía? Hay muchos poetas para quienes la poesía es una suerte de exorcismo terapéutico, para otros es un medio para difundir ideas sociopolíticas, y aún otros se limitan a seguir modelos consagrados del panteón de la poesía clásica.
Para pensar en un punto de partida deberíamos situarnos en el dilema ontológico de siempre y el contexto próximo: la sociedad, una sociedad post-industrial con tendencia a la objetivización y a la homogenización con tendencia a eliminar la disidencia y al manejo mediático. Ahora volviendo al ser, un ser que nace libre y que explora todas sus posibilidades de libertad durante su infancia pubertad y adolescencia hasta que se enfrenta al muro inmenso de la sociedad (claro cuando tiene la capacidad de discernir) destinado a encauzarlo hacia un orden establecido e incuestionable, es exactamente ahí donde se produce el quiebre para los Antipsiquiatras de la New Left, punto de partida de la poesía postmodernista, entre lo que la sociedad demanda y lo que uno es dentro de sí. Siendo breve, la socialización y la vida civilizada implica un tránsito eterno por un camino de leyes y deberes fundados en los intereses de esos cerdos millonarios que vacacionan en La Riviera viendo crecer los ceros en sus cuentas bancarias dentro de sus piscinas, muchas veces porque se apoderaron de tierras que no eran suyas, cuando no existían los documentos de propiedad. Esto no es un pasquín terrorista, sigamos, la vida en sociedad entonces supondría ese grado de sacrificio en que todas las personas se igualan y por ende sus diferencias se diluyen en pos de formar un cuerpo homogéneo, sin notar que lo que hace excepcional a una persona es lo que lo diferencia, es para mí ese el punto de partida, lo que diferencia a uno de los demás, no lo que lo hace similar. Tomo una cita de Deleuze sobre el acontecimiento de Joe Bousquet: “no hay acontecimientos privados, y otros colectivos; como tampoco existe lo individual y lo universal, particularidades y generalidades. Todo es singular, y por ello colectivo y privado a la vez, particular y general, ni individual ni universal”.
Ahora el poeta-profeta; siempre quise hablar de esto, pertenece a una casta muy particular, en donde encontramos a Blake, Whitman, Pound y Ginsberg, entre otros (tengo entendido que se incluye a Platon). Estos poetas son mensajeros de una nueva moral que debería reformar los tapujos de una sociedad convencionalista.
De dónde proviene esta nueva moral; ¿acaso de la tricotomía simbólica de Nietzsche en la cual el niño encabeza la pirámide y por lo tanto es el creador de libertades?
Todos esto poetas fueron diagnosticados esquizofrénicos, según Robert David Laing
La esquizofrenia es una escisión entre el yo y el contexto, lo que haría necesarias defensas para poder confrontarse con un mundo del que no se tiene la lectura adecuada que gozan las personas saludables, es cuando aparecen yoes complementarios, entre nudos traumáticos que causaron la escisión.
La manera de curación es mediante una experiencia mística, viaje interior o metanoia, como la llamó Carl Jung. Es mediante este viaje interno visionario, similar al que tienen los chamanes, causado por lo mismo, que el enfermo llega a desatar los nudos y además de adaptarse a la sociedad totalmente apto, goza de una “hipersanidad” que sería una lectura superior del zeitgeist, de los acontecimientos y situaciones circundantes, mayor al que gozan, inconscientemente, las personas saludables, es ese el punto de partida para profetizar una cambio premonitorio.