sábado, 5 de septiembre de 2009

Viñetas de mortandad




1

Cualquier callejón es un lugar propicio para un ajuste de cuentas, bang! bang! se oyen los tiros de un arma cargada, en el acto dos personas se alejan dejando el cuerpo caído, la sirena policial reflejada en algún portón de lata pintarrajeado; otro crimen consumado en este teatro de estrellas de oropel malamente escrito.
Todos han conseguido un lugar donde pasar la noche, incluso los indigentes de este lado de la calle. El muchacho herido se desangra, en vano busca ayuda en medio de su agonía, el cielo cubierto de nubes tan grises como el pavimento por donde su sangre corre calle abajo iniciando el escándalo de los próximos días, la atención de las primeras planas. La sangre gotea bañada por la sombra, en los salones los segunderos de los relojes avanzan impasibles, la mar golpea frenética en el embarcadero. Nadie sospecha lo que sucede en la calle, los perros ladran alborotados sin objeto, la garúa repentina empapa poco a poco el rostro agónico del muchacho en suelo, mientras aparece ya ante su vista débil la ambulancia y con ella la confusión de los primeros auxilios, el respirador, el suero, La sirena ruidosa se atenúa silenciada por el shock, que adormece la vida con un guiño tibio.



2

Me pregunto de dónde vendrá esta calma tejida con los cabellos de una mañana clara, embute el pecho con su esplendor, borra mis resistencias; es como si por primera vez no tuviera otro sitio adónde ir, adónde regresar, estoy en el sitio indicado. Pero esto no es como la playa, sino un lugar sereno, guardado bajo las alas de un templo, apenas conforma un pequeño paraje contra el cielo abierto como un seno, es mi lugar, sí, me encuentro a mi en cada elemento que me rodea, mas nada ejerce una voluntad contraria ni se precipita con ímpetu, es un nido de esencia pura. Bajo su contraste hay personas transversales bailando con una nitidez lisérgica, son amigos todos y todos bailan alegres, nadie puede alterar dicho estado, bailan, son todos hermosos, jóvenes, libres, pero eso no significa que las demás personas no sean admitidas, sino que es mi mente quien sigue este modelo y encuentra tranquilidad en el, yo soy parte de cada uno y ellos me conocen de su esencia, pero en un lugar así deberían estar los familiares y las personas que uno aprecia por extraño que sea su aspecto, los oigo a lo lejos llamarme con alegría, ahí esta ella, la representación del amor. Parece una iniciación, porque soy presentado a sus agradecimientos por un amigo que no tuve ocasión de conocer, ante los humanos más sensibles, apenas papel picado resonando en un ancho caudal cósmico.



3

En nuestra ciudad la muerte se afronta de la misma manera que en las demás ciudades, esto sólo demuestra que tanto nosotros como los demás ciudadanos somos espejos, motivados por nuestro ego a ser cada vez menos auténticos, caminamos en compañía como para soportar mejor nuestra soledad en el tiempo absoluto, tenemos soles de labor y noches de cuerpos, es como esta constituido nuestro incuestionable patrón de vida, ocupando los buses, caminando hacia los paraderos, dentro de los restaurantes al anochecer, donde sea que estemos, somos espejos. Hablamos solamente de lugares comunes y aprendemos tópicos que rigen nuestras vidas, nunca forzamos la comprensión de algo más allá de lo dicho y sabido, podría perturbarnos. La muerte tampoco es una excepción, aún con la delincuencia de nuestras calles, tener un muerto de la noche a la mañana es una desgracia enorme, conmueve a todos los vecinos, la muerte es realmente motivo de reflexión y también hay que ser resuelto en esta situación, llorar también tiene su límite, debemos dejar atrás las malas experiencias tan pronto como podamos, los mares oscuros deben correr como el agua de las regaderas.