jueves, 7 de octubre de 2010

Intención






Un océano sintetizado en una lágrima prisionera,
Escapó a las celdas del ocaso, cayó por Laborda negra,
Cortando la mejilla en una ese amarga, pesando tanto
Como el último universo en renuncia y
Atravesó el nido de croantes ranas y esqueletos felinos,
urdiendo el cauce donde las lápidas ahogaron
antiguos temores a la noche,
trazó un relicario con decálogos intactos,
piedra alborada hundida en el azur,
por los verdes campos escapa el tiempo a los brazos
de la muerte, donde una almohada que
hicieron los abriles, hizo dormir a los caballos,
a los petirrojos y a los cernícalos, raptando
la sexualidad extinta ya casi borrada.
Un barquito infantil sobre la charca del
Olvido tañó notas perdidas en partituras quemadas,
Mamposteando con cuarzo iridiscente una catedral.
Denme el hábitat concedido a la estirpe arcangélica,
Quien mis pasos arrojados, y, en el fluyente pensar,
Mi anclaje en tu cintura trepará, tramontando
Las cumbres doradas, hasta hacerse pecados.
Un río luminoso desde tu silueta oscura me
Inunda, mientras la materia cambia,
Rojez desnuda, gotas verdes, llovizna y manglares,
Eru`pciones desde las marismas hacia el paladar
Abultado, ese llamado luna desaparecida,
sobreaparecido fantasma, sobre la embriaguez,
con ron y paisaje, tus manos fragmentadas van tomando esferas
que en mi distancia inalcanzable son llamadas tensión.