sábado, 27 de junio de 2009

El despertar

Borrador de una protesta contra mi época a manera de prosodia bop.

Dedicado a la memoria de A. Ginsberg, Buddha americano quien a través de su labor social iluminó a este pequeño ser.





Es una verdadera pena que antes no halla podido dirigirme a ustedes, el embotamiento de la vida moderna me oprimía el pensamiento impidiéndome un flujo correcto de ideas. Es lo que sucede comúnmente en nuestra época, además del estadio promedio que se nos sugiere en lo que es correcto para nuestro desarrollo cronológico, por el cual observando tras el hombro, nos limita la satisfacción de hallarnos cómodos en tal parámetro. Para empezar, estos parámetros en gran parte comerciales, sea adrede o consecuencialmente encierran a las personas en una masa gregaria en la que deja de notarse la diferencia de capacidad para razonar (te lo están infundiendo, gritándotelo todo el tiempo: como debes hablar, como debes vestirte, lo que debes considerar como un objetivo de vida). La industria se encarga de introducirte esto en el cerebro desde que naces y te lo repite cada día, de manera gráfica o subliminal, con diseños de logotipos rojos y anaranjados por todos los pasillos del supermercado., con inmensos carteles que turban la tensión ocular y aceleran la actividad de tu mente, con jingles huecos y musicales patéticos, artilugios muy griegos que hacen de la belleza la preocupación más grande de la vida. Como la belleza es una minoría, se sirven de ella para sugerirte sus estándares y venderte sus productos y una identidad completamente alienada. Incluso en la más marcada diferencia tipológica son capaces de encauzarnos hacia estereotipos muy marcados, a los cuales accedes por la neurosis que nos crean con tantas golosinas en general y películas sistema. Si mañana se les ocurre venderte un aparato tecnológico destinado a la recreación son capaces de hacer de éste una preocupación por la cual se decide si eres parte de su limbo de perfecta alienación o no, tienen las armas suficientes para lograrlo. Te dictan todo lo que tienes que conseguir, te sugieren un amor y una vida llena de hedonismo que se transforma en un círculo vicioso existencial por el cual uno cree que esta bien estar atrapado entre excesos que forman parte del life style. Si estás enamorado llevas bombones, grandes muñecos de felpa y ramos de las mejores rosas. Ahora quiero hablar de otro punto que trunca el desarrollo de las personas: la sexualidad. En la mayoría de las ocasiones las personas desean tener sexo sin tener que involucrarse sentimentalmente, pero la moralidad sexual requiere un compromiso de por medio, es penosamente un pensamiento arcaico. Que la lujuria y la energía sexual se hayan incrementado a través de los años se debe a que la vida sedentaria nos hace disponer de mayores reservas de energía, ya que con tanta maquinaria hemos dejado las tareas extenuantes. Donde empieza a ser un problema para el desarrollo intelectual de un adolescente es cuando este busca tener sexo y para el tiene que aprender todas las artimañas de la atracción para conquistar chicas y descuidando sus estudios, noches de borrachera, respeto público, pueden desviar un potencial plausible. “Muchacho hoy puedes quedarte estudiando en la biblioteca o hacerle la conversación a la chica de tu costado”. Una mala decisión a la larga es causada por la satisfacción inmediata. Es de ese modo que abolir la moralidad sexual ayudaría a crear personas cultivadas y eficientes. Encuentro otro problema en que a lo largo del último siglo los íconos han ido disminuyendo en su calidad proporcionalmente a la alienación en todos los ámbitos: literario, musical, artístico. Somos una multitud de almas ciegas, sugestionadas, encerradas en nuestro miedo absurdo. Forjadores de una cultura violenta llena de caminillos que no desembocan en ninguna parte. Las tendencias de pensamiento dejaron de mostrar soluciones para convertirse en laberintos y toda la santa ecléctica que mueve a mi generación no tiene mayor valor que la sabiduría empírica. Hay de pronto una barrera tácita donde el pensamiento se estancó, aún existiendo viejas fórmulas impopulares pero no por eso menos efectivas. Me alegra saber que poco a poco y uno a uno los jóvenes de mi generación van despertando a la conciencia del espíritu, a sacudirse de esos moldes industriales estrujantes. El hombre es orgánico, necesita absorber la energía que manan los arroyos, los pinares, los campos. Es demasiado pretencioso vivir en nuestras abstracción y crear una satisfacción sintética más efectiva que la que por naturaleza nos corresponde, pues cuando se hace una silla no se considera el hecho que un día decidas sentarte en el suelo, cuando se construyen las calles no se considera el hecho de que muchachos como yo caminen a la deriva sin dirigirse a ningún sitio. La utilidad con la que se idean los artefactos no considera los absurdos y poco los términos medios, sino que es en su mayoría excesiva. Si se piensa en idear un letrero se usa un color rápido como el rojo y uno impactante como el amarillo, ustedes pueden comprobarlo, es el tipo de brusquedad a la que me refiero y la que reina en nuestra cultura. Nuestros comportamientos no tienen que ser tan maquinales, puesto que no somos robots, ¿acaso cuando caminamos estiramos las piernas a su máximo alcance? ¡Ah, si la humanidad entera tendría conciencia de lo que es en realidad su alma! “Qué es la vida, hacia dónde va, cuánto dura, cien años cuanto mucho” dice la Biblia. “La carne es un estado del alma” Dice Krishna en el Gita. Si la gente amaría su alma y la integridad de ésta, sabría que el placer es volátil y el mundo material sólo una ilusión corpórea. ¿Crees que sería de mucha importancia haber comido trufa hace unos días y haberte acostado con unas gemelas suecas? El deseo regresa en su circularidad, no hay que ser animales. Si las personas comprendieran lo corta, lo insignificante que el es la vida para el tiempo de una estrella morirían de hambre en vez de matar por un pan y el mundo florecería en vez de morir. Esta no pretende ser una verdad única, la libertad es la cualidad más bella de las personas, el hecho que cada persona desarrolle sus propios fundamentos de vida, y esa es la razón principal de esta protesta. Con el surgimiento de grandes ciudades que son como plantas creando su propio alimento, el hombre se ha vuelto autosuficiente negando su origen natural, un gran error que deprime a toda mi generación. Entre artefactos y placeres destructivos, la vocinglera seguridad científica como estandarte y la explotación de la psiquis colectiva por parte de grandes accionistas mundiales, estirando sus dedos según sus conveniencias para declarar si soy digno de los gigantescos palacios cursis del progreso o si soy el enemigo público, loco de remate al que hay que arrojar burlas hasta empujarlo al suicidio o aún peor, matarlo directamente.

Paisaje de una tarde fría

Esta fría tarde escupe sobre los rostros
su aliento empañado con tal insistencia
y sin mayor objeto que tiznarlo todo.
Las personas arropadas como muñecos
deambulan entregadas a su quehacer habitual
y garlan para calentar la propia tarde.
Yo apenas puedo reconocer un perfil
de arena desvanecerse entre las manecillas
del reloj. Sentado frente al tocadiscos
como frente a una chimenea ardiente
me cuesta preciar como materia inocente
este tiempo frío que a mis labios
constituye la espuma sucia del océano
temporal, expulsando los objetos rotos e
inmundos que arrastró en su molino,
válidos únicamente para la memoria.
La bocina desenvuelve su melodía que
inundando el habitáculo va inundando
mi angustia, mi nombre quema
la conciencia, sucio de culpa,
como un adarce sellando los párpados.
Cuerpo, bien puedes ser el vaso de
sacramento donde el alma retoza lánguida.
Mas el espíritu que poseo poco se manifiesta
más que al sentir el aletazo magullado,
mostrando desde una flor el horizonte.
Perdido en una ciudad llena de puertas
cerradas que en la lejanía la mar azota,
voy adentrándome a mi propio piélago.