miércoles, 1 de diciembre de 2010

XII


Maquina hostil, inflamaste la hernia laboral con tu
jerga maldita del número impreso sobre rúbricas importadas de hiriente matematica.
Ciudad incesante, incineraste gente desnuda
en una olla de humo y de sombras
cuando todavía gateaba el rasgo de la modernidad 
sobre cartones de estudio fosilizados 
Ojo tuerto por acusación de nuestro pueblo, arrojandonos por turnos
bombas de harapo al vecindario mundial, 
Estruendo de cañones que suenan como una musica ratonesca y suicida
condimento
rojo incierto para diabéticos espirituales, amaestrando
sus regañadientes a su forma insuficiente, los cuencos donde
lyace el cadáver desfigurado, desazón neuronal de vacas
demagogas, cerdos voladores, galgos nadando en imposibles,
aún se pudren las estatuas, envestidas por palomas y excrementos,
cuando la mirada optimista atora el concierto coral,
las aldabas tributarias enterraron vivos a los comerciantes.
Dulces deseos de muerte laboral sin comerciar
el beneficio parido al maltrato de tiempo crudo,
Gripe cultural enfrentandose a un aliado digital en
posesivos registros cívicos, mientras la calamidad con sus
ruidosos entrecejos borda sus lágrimas contenidas con
estrépitos lesos, alfabetos mentirosos empastando
rotativas por sus hilillos manipuladores, falsos
partidismos con intereses vivos agusando propuestos
planes aprobados. Caos gris por los procesos concisos carentes
donde ladra la paloma mensajera del supuesto cambio
a sus seguidores con crobatines del siglo catorce.
Condiciones perdieron sus caminos hacia la participación
fundamental, relegando el alma comunitaria a su suerte.

XI

Tus ideas boquiabiertas 
en forma de nube aria
bellota de los perros

En tu vientre hay un botón rojo
dispuesto a apagar el incendio
de tu sombra tragada por la oscuridad
En la ciudad hay un huaco negro
Disfrazado de poeta
de los 
minusválidos 
optimismos.

En las calles tatuadas hay puntos blancos 
y dorados en el humo
De macabros amoniacos civicos
y flores muertas
De cementerio vitalicio.

Autopsias a tus sueños revelan
condenas horrorosas,
 de hollin y polvora cubiertas

Crustáceos gigantescos de fogueo en su mirada
son la eterna mandrágora de su condena

mientras se incineran cientos de libros poeticos
en el pórtico de los muertos.

V

El escorbuto dorado se cuece en los paladares del sol marrón 
donde se inflaman látigos amarillos de alquitrán. 
los frutos se avinagran en las ramas
afuera del paraíso
donde la fauces estan abiertas y la arena estéril
la paz foranea es una piedra blanca 
hundiendose en el azur.
 La ternura del exilio orinó en celo un arrebol, endulzando
el horizonte con esperma sedosa.
Hallaron en el bajo crepúsculo
dentro de la jaulas de paredes de hueso
cadaverer deshidratados con alas de libélula, yaciendo
entre nubes de verdes moscas, sus agonías

se oían hasta el mar catastrófico,
cortando el aliento de las caracolas marinas.
 los que se sentaban a la mesa
sintieron el esplendor saqueado de un Dios mitologico
la lluvia de trementina se precipito desde las nubes velludas
y en las pestañas del viento moría una coda.
Y en el puente los ojos depredados del desesperado
aguardaron hasta la media noche.