martes, 16 de junio de 2009

Fenomenología ordinaria: mujer en mañana

Para tí caperucita verde: una visión de cariño prospero
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Ahora despiertas rejuvenecida, desenvuelta
la pupila a la claridad desnuda,
plegado el párpado y confrontada a la
impresión habitual.
Sorbes la mañana fresca por la ventana
en una profusa inspiración, ilumina
tu pecho: molinete jubiloso.
esta mañana abrieron nuevas lilas
al contacto ardiente de la aurora
y fueron mecidas, risueñas, por la hebra
de viento que insiste en echarte
un bucle sobre el rostro.

Contemplas la calle, sigues sus verdes jardines,
viajas en una rápida inspección hasta
su estrechamiento lejano; te comunica
un espacio abierto.

Que hermoso es ¿verdad? aunque no se
disponga de un gran pensamiento
que atrape este preciso instante con sus
pajarillos lanzados por los aires.
Tú eres exactamente como ellos, armoniosa.
Tienes un parentesco con las flores
matutinas, los jardines, los pájaros:
son tus senos.

El sentimiento cubierto de excepcional blancura,
la mente se tiene apacible a las capas
esenciales del gozo ( una mañana disfrutada
equivale a cuarenta minutos de yoga).
Finalmente tu párpados sucumben seducidos
por la inspiración acometida.
Todavía sigue comenzando la marea blanca
y vuelves a ser niña y aún fuera de tu nombre
te bañas de una inocencia insólita
que en su mínima facción resuena
a través de las estrellas.

Saciada, concluyes que estabas en lo cierto.

Haces el amor con la mañana.
Mentalizado voy visualizándote,
mientras te deseo para mi cuerpo únicamente.

Fenomenología ordinaria: noche en el patio

Melodías sin retorno parten anhelantes
a la honda noche
paralelas al silbido sordo que, a través
de las hojas, sacude el silencio.
La noche devora sagazmente cuanto
a sus pies descansa,
el rumor pacífico de las casas apenas
representa un parche inadvertido
en la florida oscuridad pendiente.
Calma de grillo, bajo la atroz dulzura
con que el relente estrellado pulverízase
en tersas mareas, leche diáfana.
Un dueto de canes alarmados rasga
la textura apacible para espantar
las sombras que aguardan coquetas
entre los arbustos.
Es por obra de la noche que la tierra
adquiere un candor suavísimo y,
conjuntamente con la tranquilidad,
ama en secreto su libertad.

Fenomenología ordinaria: oscuridad

La noche sume las cosas de mi habitación en total oscuridad,
la silla, el escritorio van quedando dormidos por donde tiende su manto soñoliento. Solo un error en las pupilas nos presenta formillas rojizas como acompañantes nocturnas
el ulular de las almas en pena, una pandilla escandalosa de gatos,el espanto ante los espejos oscuros,
son vivencias inútiles que se aprestan a estas horas
el buen ojo al dilatar la retina encuentra por fin semejanza con el espacio original
el oído partidario ya del envalentonamiento nuestro puede oír el leve que producen las partículas esenciales chocando en su bullir vivo mientras somos transportados al mundo del sueño