miércoles, 8 de abril de 2009

Abulia

Las paredes me advierten de las pastosidad
agoviante que embute mi tiesura,
que estoy camino a convertirme en una
roca soportada por los resortes del colchón.
El balanceo ulular por parte de las aristas
responde al abandono de los remos
cuando éstos, caprichosos, decidieron
costarle plomo a la lucidez.
Permanezco inmóvil, con una estampida
de grumos amargos por cerebro
preso en mi latido, preso en el ropaje
orgánico que acrisola mi alma, alma de rio.
La frecuencia con que me reconosco espina
fue llenando cada página en los cuadernos;
los libros regados alrededor no representan
mayor interes que mis manos cubiertas
por la noche.