domingo, 31 de octubre de 2010

Una idea besa la superficie resplandesciente...

Una idea resplandeciente besa la superficie del cielo
creativo, instantánea sobre aquella formula escrita
y recorre el infinito haciendo su voluntad.
Cuatro son los ideales que ostenta la distancia,
cuatro puntos cardinales para quien empuña el cayado.
Los cielos greñudos tienen barbas de oro
atesoran la mayor peregrinación de arcangeles hacia las
más solevadas regiones, atributos sobrehumanos,
carbón, oro, hierro, 
sobre sus ojos anidan fantásticos deseos,
cuando descubrense en planos fractales su propagación.
Qué es el cuerpo agostado por la vertiente
lejanía, prehistórico y mugiente cual montaña,
tirado a la lontananza grisácea, en una
espiga quieta, donde las bocas aromadas
con canela, estoraque, adebul, tocan el
viento inmenso en su orilla materna,
bajo el extendido espacio ulteraterreno.
Impiedad, atroz verdecimiento, cómo te has
ritmado las espinas llevado por una violencia aguda,
y, guiando las estrellas a un fragor nuevo,
pulsaste la cuerda sonorable en nuestro corazón.
Tentaciones pueblan nuestro destino en marcha
mecánica hacia el torrente metabólico de Gaia,
cuando la noche rapta con su oscuridad los campos,
el molinero guarda sus aperos y tus senos brotan,
túrgidos a mis deleites amatorios por volver.
Abajo de las estrellas, la atmósera, el campo
plenilunar, nosotros somos las almas despiertas
entre una multitud entegrada por aparecidos.
Cualquiera que provoque el quieto presentir,
poeta ebrio o gotera desveladora, hace prueba,
una vez más, de su impertinente sentido,
cuando la proclamada calma hace solaz.

La falta obstruye el idilio...



La falta obstruye el idilio, cuánto heme
mezclado a la nocturna ceniza la noche previa a tu llegada
nunca supiste la razon y dormiste,
fuiste el dorso al espejo de tus preocupaciones,
ahora nuestra distancia aclama las lejanías,
somos menos vulnerables a nuestras aproximaciones,
mediante pálpitos, síncopes, desvelos y migrañas,
jamás volveremos, como caiga el anhelo tuyo,
la forma menos emergente a nuestra infortunada gana,
o te desmayas, descompaginada y recóndita,
a la sombra el sombrero sordo sembró un sorbo,
pero menos siniestro que tu adiós encaramado,
a este altar de deidades sacrílegas sacrificando
sagrientos cerdos, ni dibujaste una sonrisa ni
un adiós siquiera, solamente un infortunio que
ha cobrado una fortuna al fuerte fuero mío,
o la salvedad dedicada a tu desnivel familiar,
saquearon el burdo deseo con su lunecer,
suerte con situaciones nos hallaron nunca más,
parte nuestra reclamó el final al recuerdo habido.

lunes, 18 de octubre de 2010

Comparto con las piedras una paciencia determinante

Dedicado.






Comparto mi estadía con las piedras del río
comparto con el viento una negra bufanda
comparto con la lluvia un abanico de colores;
aullo en los cauces y el tumulto peatonal
se convierte en una caravana vial
en el ovalo naranjal de lima
Cuántas verdades pueden caben en mi pequeña cabeza,
no es mas grande que un coco*, ni su grito ataja el monte,
ni su fantasía atrae libélulas y luciernagas,
sino realiza ejemplos de complejidad.
cuanta virtud carezco es cuanta alegría me sostiene,
ser calmoso, enmudecido, por las nubes del sueño.
Toco la punta a una bandera y, flameando, saludo
a las especies silvestres, a los campos silvestres

que, a manos llenas, el cielo muy celeste encofra.
Mis pasos no justifican este deseo loco por recorrer
el mundo, esferoidal quimera en un hueso de manzana,
no soy vagabunbo de ningun camino verdadero,
pero mi guitarra aprendió esta canción en otro pueblo:
Naranjas lavadas en el arroyo,
rosicler maquillando el cielo altivo.
Eso eres, un deseo conservado cuatro noches,
un luna llena donde veo mi alegría nocturna.
Voy metido en mis pantalos viejos como un errante
ángel buscando su alas por el mundo subceleste,
Oh, ellas se han ido en fragmentos allá lejos, al olvido,
a la página pasada que el viento travieso a corrido,
y que ahora -el muy irresponsable- sacude la ventana
sin pestillo. Albores se levantan a mis pies,
mi piel es puro heno a rastras por el viento hacia el oeste,
en mi vida hubieron lunas teñidas al pincel del recuerdo,
y por eso ahora canto, con una lunática inspiración,
Cuelgo mis anzuelos en las olas profundas
esperando pescar el animal dorado que conceda
tres deseos a estos ojos incrédulos que vienen
en estribillos , canturreando con los gorriones,
cubierto en los fresnos, alisos y cipreses,
Y una sobriedad me embriaga los sentidos con sed
de regiones altas, para lo que cierro los párpados
bien cerrados, así es más rico, menos mío,
más canción, que ahora canta tambien el sol.
Indudablemente los forrajes son una fiesta
cuando crecen entre ellos un único suncho,
que no la coma el carnero, hambriento tragaldabas,
cortala para tu pelo, has con ella un sueño grato,
si mañana vienes en vida, sin hoy te quedas en sueño,
mis ojos se quedaron junto a tu sonrisa
para vigilarla como se vigila un nido, y tus rubores
secretos, esos que ingoran los atardecidos vientos,
sacralizan este milagro entre nuestros pechos.
Duerme, apaga esa aura tuya que no me deja ver el cielo,
apaga esa estrella furtiva que no me deja ver tu estrella,
y jugemos a ser Adan y Eva, y jugemos a ser Petrarca
y Laura, Marco Antonio y Cleopatra de la Lima mía.
Tienes un florilegio para guardar amores, tienes una
nueva melodía sedienta de una estrofilla, surges
en verdes vegetaciones, espigada y santa,
Quedas junto a mi pecho marcando el paso a mis latidos
con un gesto coqueto, y eso significa amor
entre nosostros, arboles rojizos en la constelacion
de sagitario, en el viejo embarcadero dos botes
que a tumos... Conoces donde se esconden nuestras
alegrías luego de ser gozadas entre nosostros,
allá vuelan tras las puertas doradas del horizonte
y colonizan una región abierta a los enamorados.
Crees que soy inocente por mostrarte mis cartas
de tarot, soy yo el animal dorado que a mordido
el anzuelo, soy yo la canción que proviene de otro universo,
pero si tu eres el anzuelo, ¿no es mi inocencia
la más bella virtud concedida por el sagrado orden divino?
Nuestra salvedad es aquella que presumen las
aves migratorias con barriga color manzana ,
nuestra pasión tiene color de la tormenta estelar.
Su majestad, has cortado los párpados a las corolas
y vertiste el nectar puro de abril a nuestras pasionarias,
Una catástrofe reluciente inundo nuestro pueblo
lavando los acres rincores, limpiando las
arrugadas esperanzas y las gafas a los abuelos.
El genocidio de los ángeles fue una tamaña
conflagracion cuando dormías a mi lado prometiéndome
un nuevo cielo la próxima mañana, y yo
pensé que era anaranjado o purpura lo que goteaba
en tus labios, tan rojos, como el gemido elevado,
las oronjas brotaron tras la lluvia y fueron tocadas
por los niños lustrabotas, ten cuidado con tu vestido
que el viento viene haciendolo bailar son tu cuerpo,
Abajo, muy abajo del cielo exite un Eden para dos
personas solamente y tu te niegas a darle crédito a mi
aseveración, o provengo del cuento que leíste
antaño, Tommy Bang u Oliver Twist
Los dos juntitos, junto al cielo, la ciudad
hace su calco en la lejanía ruidosa, aqui podemos
amarnos sin previo amiso, cuando las caricias
desbordan, un nuevo diluvio nos lleva en su arca,
como amarrados a la llovizna, tu corazon y el mío palpitan,
esta noche has esctrito tu nombre en mi huesos
dormiste sobre las zarzamoras y eras casi un angel,
casi una gota de lluvia columpiándose en un abeto.
Nosotros conocemos la cosquilla en la oscuridad,
conocemos todos los derrumbes provocados por
unas caricias, en la marea alta de tu espalda,
se han ancaldo mis ganas locas por hacerte mi alma.



* hay cocos muy grandes

domingo, 17 de octubre de 2010

Esta vez hay dos direcciones entre nosotros



Esta vez hay dos direcciones entre nosotros, lo que continúa se conoce como el avistamiento, nuestro futuro, una plaza para los afectos efusivos en medio de la calle de sendos corazones, circunstancias hay de sobra para emprender el viaje al pasado, amor, recomienzo, sentimiento conjugado en notas claras,
satisfaccion instantánea en la cacería de los motivos, y algo más.
Me haces un sencillo boceto, las pautas conocen sus roles para
sembrar nuevos entretiempos dedicados a nuestros cariños,
obtusidad inclemente atrapa las testas humanas, frior,
oscurecido envuelve con indolencia verdadera sus coloquios,
cuando vamos juntos en un mismo paso, pasan los mundos
a gran velocidad por tu ventana, enseñas una nueva tecnica
a mis deseos, tus labios rojos sustituyen a los tormentos,
desde tus parpados cerrados un rojo profundo hace menciòn,
y esta palabra entre nuestras manos corta una distancia
hacia nuestros pechos, familiares de los abiertos horizontes,
troncos sensibles en un tiempo macànico y natural.
¿Cabrìa una duda entre las verdades absolutas, si mañana,
sedienta, cuelgas a determinar tus ropas interiores
sobre mi libidinosidad obsesiva? Ni una lágrima conoce al
caer esta terrible satisfacción, esta maldita felicidad
que nos acoje, llamandonos hijos del buen tiempo, hijos
legìtimos del aire arcano, y aún estamos en busca del
paraíso legítimo que se abre al instante, en un segundo
preciado, extasis, motaña e inmensidades,
inmensidades, montaña y éxtasis, las dormidas ansias,
te veo, como cuanto lo suficiente, como alegre lo
aéreo; y suenas, en los instrumentos vernaculares, en las orillas,
en los bulevares sabatinos, sueñas, sobre las nubes,
emn cada lecho amante, o en el nido del águila. Te descubro
distinta, cada noche asistes distinta. NOCHE: NOsotros
conocemos el derroCHE. Y el volar sonoro turba
nuestro cielo rasgado por armónicas estrellas,
verdes dulces, agudas fragancias, hasta las
ardientes alturas,así añoro encontrarte, en el tránsito
de mis horas lejanas;tenerte,acercarte y más.

Tal vez los momentos se marchitaron



Tal vez los momentos se marchitaron bajo los pétalos invernales,
tal vez los sentimientos perecieron sin conocer esa incongruencia recíproca.
¿Cuándo se asisten dos verdaderos amigos fraternizados, si el
continuo rechinar temporal hace caer en sus vértebras la
zarpa bestial, cortando el dolor en un grito horrísono?
solamente fuimos las orillas polares de nuestra especie, en nuestro
corazón resonaba, teléfonos celulares, reproductores,
sintetizados, transito embotellado. Y henos antes de…,
después de…, cavando sendas tumbas, bajo el suspenso
nocturno, cuatro colillas sobre nuestras promesas.
Un ser maldito, titán con alas prehistóricas, vino desde un mundo
de desengaño para destruir nuestra prosperidad e
incluso sus fragmentos, como una depredación necesaria,
ya consumada a fin de cuentas, ya dedicada a sus gracias bestiales
Todas las mesas terrestre, en pura lava ardiente, apaga
la mecha a tus materiales explosivos, vendrán en huellas profundas
los nuevos motivos, y, acariciando, con un viento secreto
tus cejas dulces, harán un nuevo despertar hacia las eternidades vivificantes.

viernes, 15 de octubre de 2010

El cielo profundamente herido

El tiempo siempre está maduro, la pregunta es para qué. François Mauriac




El cielo herido profundamente hace caer los días,
contra el alba el poeta, le trajeron los ideales mensajes solemnes,
y la calma, creciendo, música que los atabales encomiendan,
sed de victoria, sed limpiando la mente y el cuerpo con sales nativas.
Cuando retroceden en un repliegamiento las blandas olas,
el callejón con bocanadas acres se hincha,
y contrapuntea el reloj unas notas, orlando la avenida,
los amantes nutridos por reales deleites habitan la memoria
de aquellos que empuñan el máuser limpiando el azur
a sus progenituras, el viejo tictageo, antes fue campana
y el sacristán solía puntualizar su escandalo
devorando la cuidad, en un rumor tempestivo.
Ya carga el río, trayendo a las orillas guijas compactas,
ellas giran en su caudal hasta donde son más duras
y menos fáciles de derribar, así se encajas los
pensamientos libertarios envueltos en pueriles vientos maternos.

Sordo quebranto

Juntaron las manos, atravezaron una frontera a sus propios límites, corrigieron el silencio tras sus antifaces hexagonales y aquella marca obtenida por encargo de la vida en sus propias memorias, extinguiendo la sobriedad en un ato tembloroso de sentimentalismo crueles. Bajaron la luna, comieron blandamente el azul de las rojas estrellas, supieron de memorias persuadirse en la oscuridad lejana y sus puntos suspensivos suspendieron cada ramificación, dedicando el destino restante a serse como el mar y la luna en este incesto imposible, en esta fantasmagórica ilusión que es un orgasmo latente y extrañado. Sus ojosdistancia, sus manosamanecer, su cóleras rompiendo en sangre, usurparon el mensaje genuino con que llegaron a peregrinar anteriores temchumbres morales. Cuánta majestad prestada en su magnificiencia, cuánta fríaldad en su alarde sobrenatural ante los dejados humanos circundando las faldas a aquella visión impactante en su golpe sordo. Y ya no quedan palabras en el borde de sus labios, arrugan las ventanas un rasgo de la lejanía fugitiva y el volar no significa una acción libertaria sino un atajamiento fugaz. Ahora hierve la suave bruma donde sus cariños asilaron el verdadero nombramiento a sus sentimientos, abordando días, supliendo el gris del cielo invernal por una refracción casi subliminal adonde prestar enajenadas declaraciones finales. Un niño fosforescente despertó por las ventiscas del cementerio, ardiendo, entre esa guerra y esa paz desnuda, se hizo inmenso entre sus ojos sordos y sus oídos cerrados, cuan cerrados, como los cines y las licorerías en la madrugada, como los cuarteles y los prostíbulos a mediodía, resagos vienen aún comiendo aquella irrealidad en pétalos manchados con la honestidad apostada en sus sensateses santas.
Ella solía decir que le gustaban los cielos cuadriculados en su cuaderno de notas, él la consentía, mientras un gato profeta los acompañaba, dictando el presagio a sus pasiones furtivas a la luna llena, que ellos llenaban con mayores motivos inventando ejemplares historias de discontinuidad física, cuando, atrapados por esa compartida imaginación, descubrían que estaban haciendose cada vez más cercanos, como los ancianos a sus familiares enterrados. Ya poco entrometen sus vidas, cada una transcurriendo a su suerte, que no es la suerte ajena, sino el deslindamiento en su rencor encendido, en su vía psicópata arrasando los senderos sin vertientes, sin unicornios pastando en treboleras cuadruples, oro de los recitales virtuosos, armonisado cruelmente cuando la herida llama tosiendo el tósigo que las envenena y recortando el aliento a un pecho henchido por ese vacío que llama a la muerte por su íntimo parentesco. Así su indiferencia se comparte, usan el viejo jeroglífico cuando invitablemente cruzan palabras y duermen arrullados por esa misma canción, es misma vieja canción detenida como un muro infranqueable, ya sin juventudes atrevidas, ya sin soñadores, alados por su ingenuidad o especies nocturnas, descubiertas al mediodía ya sin vida, ya sin sed.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Los sollozados sueños anduvieron


Los sollozados sueños anduvieron,
clandestinos, errabundos,
flébiles ante los demás sollozos,
hicieron itinerante recorrido hacia el hades,
y, sedentarisandose bajo es idea inicial,
volvieron mediante el espejo,
cubierto por el opuesto polo esencial.
Así comentaban las canciones que entretuvieron
tus oídos y tu boca durante un mes,
calentando los balbuceos, ardientes,
por el aguardiente.
Te sonrojas como anoche; tu carácter se
obnubila en hermetismos ya imposibles,
inaccesibles: tus vigilantes oscuros
se llaman femeninas determinaciones
para los demás, a tu parecer son
simples consecuencias de tu orgullo intacto.
Me senté consentí el silencio insinuante,
recuperé el sentido, ay de mi inconsciencia,
bajo el horizonte emplumecido,
ala abanicante, aparecieron en desnudas vías
los desnudos huesos de aquella triste indiferencia.
Has disecado salitrosas consecuencias,
asordinadas suenan más dulce los
intentos fallidos, cuán dulce suenan,
cuán dulce sueñan; dejan huellas para
alimentar al destino seguro de su paso,
a ver, si mi interés descubre púrpuras
en sus contornos, o aquella filtración
copula en el tálamo divino.
Sus huesos contras los rotos huesos del amor,
responden a un mandato claro, en la lúgubre
nota nocturna hacia el humeante trascurrimiento.
Oh calma, tu afecto, solidez sedimentada,
tu risa, fosforescente trazo, abrasa con
tersuras ocultas el enternecido revestimiento
delirante en mi apagado corazón durmiente.
Vientre de flores negras y rojos celajes,
cuenta a la calle los fantasmas, porque
hay huellas sin transeúntes, ellas son instantáneas
como propensas, sufren veleidades
del veleidoso océano bélico.
No te hagas pasar por motivo, viviendo
en estas manos; amamantas tu sed vampira,
importancia prestada y exacta a tu
vanidad engrandecida.
¡cuerpos bajo el cielo! cuchucientos mil millones,
en su fragor inmenso, mi espera atribuye este
incesante acompasamiento al blando útero
velludo donde la espinosa abnegación cumplió

su corta sentencia. Se atragantó en el reloj.
Ahora, ya recuerdo vagamente, tu rostro
emerge en un vaporoso éxtasis
y cuelga a mis versos favores tan añejos
como la edad tuya en mis sentimientos,
tan arcaicos y tan prístinos, como ellos,
herramienta productiva y sonora.

Sublimidad oculta




Astucia, endiablada sed de hipocresías,
cómo escurres, lenta el descreído pasar con que
la verdades hunden en sus corolas
el combustible celeste consumido por
los días, las señas en que encuentras
un camino al regresar montado en tamañas actitudes.
Como descosimientos, la pálida inexactitud
desdora el plañido, es dulce su ordinaria voz,
aunque las páginas no sepan registrar su
rumbo, orígenes pereguidos por letristas.
Malos sueños engendraron adultas inquietudes,
y, al pasar, elv erano, no resistieron el frío,
allá donde moran los esqueletos corrompidos,
completan su declinaciones en claves,
jamas reveladas al oído por un susurro tan siquiera,
y se desgastan, determinantes y agónicas,
semejantes a los dorados hierbajos
temblequenado en las alamedas vespertinas.
Abajo, mucho más abajo, tus deseos se obscurecen,
toman de las inteciones concejos rudos,
a sus procreaciones próximas acompasa
el más oscuro desprecio y la indiferencia correspondiente.
Ahogaste en tus perfumes verdaderos ángeles,
rojeces violándose traslucieron el contenido
de una lágrima hospedándose en la comisura
de la mejilla felina bajo el claro melancólico.
Adiós piedades, rompen el freno y se suicidan,
como veraniantes muchachito a toda prisa,
y sus congeladas ramas rasgan el sentido,
cuando entre las esquejes, las grietas
no pueden sostener el urugallo nocturno.
Humedades profundas confiesan al frío un
irreconocido parentesco ya bastante aprobatorio.
Corre el río cuando el animal viento caza un
aroma del verdecido campo; verdecido árbol
a mi orilla, eres con tu suerte impregna,
tu gemido cuesta una vida sobre la acera
contraria y tu mirar una laboriosidad continua.
Solamente quiero entre en ti por tu boca,
tus dedos, tu oído, tu vagina, tu mirada;
solamente quiero entrar en ti por tu mirada,
hacia ese lugar oculto y embosquecido
donde el púrpura rutila vagas sombras
urdiendose en la soledad saciada de las
ventanas, con notas en una pianola roja,
gratitudes instauradas por el herrumbramiento
migratorio y caudales en secretos intempestivos,
esperando el quebrantamiento exacto
para tomar la partida y recorrenos,
cubriendo nuestras almas con desnudez,
y cantando, ebriedad marcada sin rieles,
interrogatorio al quietismo atroz,
al escondite donde se hacen libertades
todas y cada una, a su genuino interés, el
enjambre pasional henchido por la sangre
amor dulce amor me esperas aún en el universo
este minuto absoluto en que recae mi deseo.

Motivos del Corazón sin Solución



No quiero que en mi reflejo coman los buitres,
las intrigas, los dolores impíos 
ignoras a nuestras almas etéreas, viajeras son de la
noche cuando la oscuridad vence a la luz
es esa la hora propicia para nuestro encuentro astral. 
tu corazón agoniza inevitablemente lejos de mi lado
tras aquella distancia desdeñada por nuestros versos
tu escribes la linea más dulce en mi vida
pacificas los momentos, llenas los espacios de mi vida.
Hay entre tus pestañas luz destellosa
asistiéndome en estos versos románticos
No permitas que el amanecer bañe mi cabeza
sin amarte, cuanto ansío verte con vida
un suspiro puede convertirse en gaviota blanca
y anidar en mi guitarra, darle gozo a mi canción gitana.
Mas callas sin motivo y te tornas incierta cual la noche
y vagas por la playa sin sospechosa incidencia 
has tuya la voz de mi alma sin pormenores
calienta la espera con el incentivo poetico.
este cruel sentimiento te encadena a nuestra relación,
inconclusa, inconclusa, demasiado inconclusa
para terminarla ahora, no hemos de rendirnos
invitando al pasado a reanudar su marcha.
¿Qué amas de mi, años, buenos momentos,
fortaleza sentimental y compañía, que
te multiplicas en mis pensamientos,
revolviéndolos después de tanto tiempo?
Aquí tu ausencia es muerte conocida
un transcurso oscuro por mi vida, palabras que vuelan al sur 
un verbo pasajero que se aleja de mi juventud
Coloque en la balanza nuestros días juntos
sin conocer tu historia posterior y  todo se hizo humo, fue un roce, un acaso,
¿lo imaginaste?

jueves, 7 de octubre de 2010

Intención






Un océano sintetizado en una lágrima prisionera,
Escapó a las celdas del ocaso, cayó por Laborda negra,
Cortando la mejilla en una ese amarga, pesando tanto
Como el último universo en renuncia y
Atravesó el nido de croantes ranas y esqueletos felinos,
urdiendo el cauce donde las lápidas ahogaron
antiguos temores a la noche,
trazó un relicario con decálogos intactos,
piedra alborada hundida en el azur,
por los verdes campos escapa el tiempo a los brazos
de la muerte, donde una almohada que
hicieron los abriles, hizo dormir a los caballos,
a los petirrojos y a los cernícalos, raptando
la sexualidad extinta ya casi borrada.
Un barquito infantil sobre la charca del
Olvido tañó notas perdidas en partituras quemadas,
Mamposteando con cuarzo iridiscente una catedral.
Denme el hábitat concedido a la estirpe arcangélica,
Quien mis pasos arrojados, y, en el fluyente pensar,
Mi anclaje en tu cintura trepará, tramontando
Las cumbres doradas, hasta hacerse pecados.
Un río luminoso desde tu silueta oscura me
Inunda, mientras la materia cambia,
Rojez desnuda, gotas verdes, llovizna y manglares,
Eru`pciones desde las marismas hacia el paladar
Abultado, ese llamado luna desaparecida,
sobreaparecido fantasma, sobre la embriaguez,
con ron y paisaje, tus manos fragmentadas van tomando esferas
que en mi distancia inalcanzable son llamadas tensión.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Objetos




Zapato cubierto por la madrugada,
cubierto por el licor, cubierto por la sed,
tus cordones ya no ajustan un andar contrariado,
cariacontecido, has sido relegado al olvido,
donde la sombra con actitud matonesca te instiga,
romo y malsonante, ya no andas más,
ni puedes hacer hervir escotillas con burbujas cúbicas.
Gato inerte, pellejo de años y calles,
donde el polvo oxida arde la experiencia.
Tantos decires diametrales en su aguda prolongación,
que se ocultarán tras un eufemismo,
al decir que conociste las calles.
La cama aguarda, blanda y materna, tejiendo
una red musical con cuerdas para arco,
donde las alas oníricas se baten en espirales
colando un decir contagiado en gris intento,
aconteceres otorgados por una satisfacción plana.

viernes, 1 de octubre de 2010

Circunferencia detenida




Por mi vacuida afligida de vaso estacionado
una sombra ha deslizadose, descreída, hasta el infinito,
naciedo naufragar temblorosos planetas y hasta la ùltima estrella.
Tu ausencia electrificada resuena, como una cuenta pendiente,
como una somnolencia inconciliada al amaneceres, o como
una puerta abrieta por donde he visto pasar, indavertida y libidales,
tentaculadas pesadillas, espinando escalofriantes y promiscuos tembolres.
Por donde has pasado; ha vegetado la hierba al rojo blanco,
debajo de los cielos de marea estridente, los cuales
percuten trompetas clarificadoras;
por donde has bailado el viento involucró el canto
del corazón del bosque junto a la excitada y pajarina
colección silvestre.
Porque para las apariencias revistiendo la materia,
existen las ondeantes y límpidas,
como las eficacez vidrierías mercurizadas, atrapan los esbozos
y sus retoques, pero para el alma solamente las vivenvias
reflejan sus imágenes nítidamente, en un cuarto de revelado
colgadas en el tendetero tensado y cómplice, entre la rojez velada
va definiendo una información confiable
los titubeos tragando, sucediendo tu mente, eslabonan
en quietas vértebras el sinsabor que no han de endulzar,
confiables, sino, en un curioso andar
las ocurrencias cayendo por la calle estrechada en un punto oscuro
una facultad en su hallazgo, en torno a nuestro compartido afan.
Contra tu pecho y el mìo se ha abultado ese invisible resquemor,
hasta atragantar nuentro decir cotidiano y purdoroso.
El silencio en tu labio hirvió un bosquejo delicado
arrastrado por el viento, dulce crepitar donde los pájaros
comieron un claro oscuro, mientras te bañaba un claro fantasmal.