viernes, 15 de octubre de 2010

El cielo profundamente herido

El tiempo siempre está maduro, la pregunta es para qué. François Mauriac




El cielo herido profundamente hace caer los días,
contra el alba el poeta, le trajeron los ideales mensajes solemnes,
y la calma, creciendo, música que los atabales encomiendan,
sed de victoria, sed limpiando la mente y el cuerpo con sales nativas.
Cuando retroceden en un repliegamiento las blandas olas,
el callejón con bocanadas acres se hincha,
y contrapuntea el reloj unas notas, orlando la avenida,
los amantes nutridos por reales deleites habitan la memoria
de aquellos que empuñan el máuser limpiando el azur
a sus progenituras, el viejo tictageo, antes fue campana
y el sacristán solía puntualizar su escandalo
devorando la cuidad, en un rumor tempestivo.
Ya carga el río, trayendo a las orillas guijas compactas,
ellas giran en su caudal hasta donde son más duras
y menos fáciles de derribar, así se encajas los
pensamientos libertarios envueltos en pueriles vientos maternos.

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