ensayando un poco de fenomenología, no tan brusco un apriori y un a posteriori para suavizar
El taller de un surrealista es su cama, río rectangular; es ahí, entre almohada y sábana, donde concibe sus innovaciones y va desatando su alma poética. Tuvimos un siglo entero de poetas aletargados, escribiendo en duermevela los mejores poemas que jamás se hayan leído. Poetas viviendo en el dintelcama desde donde advertían soplar la ventolina iridiscente del sueño. Desplegando los frenos verticales y zambulléndose al tobogán astral, a paraísos líquidos o vegetaciones tensas. Rara costumbre la del poeta, de insomnios y siestas, familiar del silencio que expande la conciencia por todo el espacio y partidario de la fiesta oscura cuando el sol cae. Pero aunque se critique la moral del poeta, es para mí el más digno de los artistas. Por ejemplo: los pintores usan el artilugio de los colores, que pueden referirse a nada más que un chisporroteo, en cambio, las palabras siempre aluden a un pensamiento, por lo que están sujetas a un sentido. La música se basa en teorías y tampoco refiere a pensamientos, la manera que tiene de tocar los sentimientos es demasiado relativa y los compositores podrían ser considerados poetas menores. Dicen que los poetas son artistas frustrados, yo digo que el poeta el ser más sensible entre todos, propietario absoluto del molusco arcoíris.
sábado, 25 de abril de 2009
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