viernes, 19 de junio de 2009

3ème Gnossienne

La mañana entristecida que a su palidez
los rostros lava junto al pan trigueño
sin mayor relevancia
es como un preludio de eucaliptos
acariciando las frentes jóvenes y la fina
hierba parecida al cabello de los bebés.

No hay región celeste por donde el cielo
muestre ninguna mejilla ni tampoco
llueve como para ofrecer un poquito de sol
después del almuerzo.
Sino que atardece sobre las verdes charcas,
reposado y turbio, y las mecedoras canas
que aguardan en las verjas observan
como es debido hacia el horizonte.

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