despeina un poco tu cerquillo,
entra a casa trepando por la ventana
para contarte algo al oído
por si confias en desaparecidos
se dirige a la cocina cantando
entre el olor de la comida lista
saborea la palta, el ajo oloroso.
Acaso trayendo en su corazón
un perfume a refresco.
Luego sale a jugar al vecindario
como un niño de vacaciones.
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