Hay gatos marrones con patas como guantecillos acolchonados que dan ligereza a su andar
gatos navajeros que pueden deshuesar a los parroquianos cuando desvían su recorrido habitual por la urbe. Hay gatos psicodelicos que convencen a los estudiantes de tomar suplementos. Hay gatos extrajeros probando suerte en todos los casinos.
Hay gatos desesperados cuyos corazones aguardan en el malecón al atardecer.
martes, 6 de diciembre de 2016
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