viernes, 22 de mayo de 2009

A un purista inteligente

Señor cúbico, lamento inclinarle el rebaño
pero me arquea de tallo
con tantas escamas idénticas entre sí.
Entre usted y el buen Pitágoras
hay un millón de ecos volcados.

Qué se cree, pretencioso
roedor sin pelaje,
deje de remangar mi hervor
será mejor para su almohada.

No se da cuenta que esos huesos
perdieron su médula hace mucho
y apenas sirven como andamios,
ironías, museos incompletos.

Quiere podar la poesía
con su afeminado mediodía sabatino.

Es tarde, las resonancias volcánicas
están cubiertas de maleza.

Su látigo no volverá a ser riel, entérese:

Tenemos la prescripción para escandalizar
perezosas de sauce
hasta avergonzar sus clavos.

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