domingo, 25 de abril de 2010
S/T
Pues la mentira abarca por pareceres errados los vuelcos donde se contiene una simiente alta y detallada, con escalones angélicos y desdicha para envolver peces de río y aves silvestres, la pus es el ansia ingobernable, sus cubetas se llevan con líquidos íntimos que se derraman de altares por cantidad. Me llueve, me llueve con insistencia, como toldo tengo un temperamento de hombre venido desde el oriente dónde la sabiduría fue debidamente desarticulada por una cofradía alada, me llueve pero desde otro cielo donde un astro estraño eclipsa al sol como una clepsidra donde se difracciona la luz. Tradusco desde mis sentimientos, oleadas sensoriales para copular con ellas, hacerme espejo, pero no un simple espejo donde la imaginación provenga a raras intervenciones y se deje estar en cantidades, goterones, o encañone el brudo drama con que me he hecho estigma y soldado. Sortilegios como sueros inyectados por cada ilusa idea, podrían narrar imágenes acerca de luna o lúnula, cualquier cosa que sirva para ejercitar mi mente y mis sentimientos, pues sobre este lenguaje que he inventado, loca pasión humana enredada sobre el cuello del fuego, es testimonio innegable que siempre fui sincero o al menos parte inherente de mis palabras, por considerarme el pasajero del último tren por donde la existencia trasmite información específica, a todo riel con chispas un miedo sedentario albergado por racimos patriacales, aún cuando se narre un antídotos en páginas épicas, la fortuna raicaría esencialmente en ser del todo pacífico y civilizado, aún cuando eres pugilato. Ese día que arde en un cuerpo incancesdente sobre el horizonte, o su audaz fuga bajo las obligaciones, como se conjugan la labor y el abandono sopbre papeles vueltos plaza e identificaciones paralelas, mis manos señalan la lejanía y pájaros más puros vuelven a ellas como correspondencia a una peregrina necesidad, así como cuando en los cirros se presiente una llovinza, larga, desatarse, y aquí abajo un contacto nos hace cómplices de aquella mínima intentenciòn, también por vuelcos, también por sortilegios y un poco más por conjugaciones aleatorias, como simples vibraciones microscópicas que se agrupan creando universos complejos, entre sus ondulaciones, o los primeros nucleótidos. Dónde nace aquella necesidad cruel que trasciende en compromisos por siempre inconclusos e inestimados, existe una tranquilidad para descansar entre antifaces colorinos, una cadena reaccionaria, alguna lámina capaz de plasmar aquellos filamentos rojos, como sonidos alterados por la sujeta percepción, hacia cantan las arenas cuando las rompientes salpican efluvios sagrados, así la herida advierte sus primeros síntomas con dulzura y la negra luz causa admiración por sus pliegues y los trazos sobre los salones. Despierta sed durmiente, sopores e intensos martirios parecen servirte de gafas o zapatos hechos con pareceres modestos donde te llenas y te abismas hacia oquedades sonoras, no podrías enconrar el sueño predilecto de los ángeles, porque subestimas la verdadera fuerza al notar sus métodos, te niegas al abrazo, y estancas charcas verdes con tensiones contingentes donde se pudren las dulzuras que alguna vez tejieron un albornoz pulcrísimo; luchas y raspas tus rodillas, por padecer semejante viga, donde se esperaría la templanza como objeto necesario a nuestras necesidades.
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