miércoles, 6 de abril de 2011

Celeridad

Un gato en el mingitorio sabe a sal de sangre verdosa, espumas de vidrio jabonoso, la avenida a los paseos diarios de los excéntricos y cartonados hombrecillos, salame espeso, el comilleo del tránsito, mis diéresis elevadizas, salgo a flote en torbellinos, respaldo veraniego, los acuosos, oclusivos, buceos los hace la porcelana obscena, bajo carne de reses ásperas y entalladas. Tengo una lengua camaléonica cuando se habla de locaciones, me areloja el impedir, de pie turbulento y reporte climático, ¿cuántas son las noches, una, dos, dosmil, tractóricas, color guerra, que mi añorada costumbre a falsificado la piedad? sìntomas y temperaturas marcianas, el radiotrasmisor de una batalla doméstica. Trago con mi sombra objetivos alineados, dispares, todos, el trasluz asombroso de un apéndice, a pié de pàginas errabundas, desperdigadas.

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