domingo, 21 de diciembre de 2008

Sábado

Las horas previas siempre son desalentadoras, vacías, estacionarias. Un amasijo incongruente con el tiempo útil, que a la larga termina creando un desbalance... Mi hermana interrumpe el monólogo con sus correrías pre ceremonia. Eso de arreglarse ante el espejo por horas, buscando nuestro mejor ángulo, me parece demasiado. El sólo hecho de combinar ropa ya es demasiado, es decir: siempre me visto igual, y me da lo mismo que piensen que soy un indigente o que quiero dar un mensaje. Debe ser por eso que no encajo en el mundo plástico de la Lima social, al cual personas como yo nunca están invitadas por propia voluntad. Ahora mismo deben haber millones de jóvenes frente al espejo, retocando sus peinados, mientras su reloj marca la hora de entrar en escena. Cúmulos de perfume esparcidos en los bulevares, fijador para cabello y para sonrisa. Otra jornada donde los planes convergerán, los decibelios harán retumbar toda la cuadra, una noche entera dedicada a vivir sin reglas. Ahora estoy detectando nuevos rostros, hay un malentendido completamente ensayado, una ruptura amorosa que sera el drama estudiantil del verano. Nosotros somos los mejores amigos del mundo, vamos a celebrar la vida.
 Nada opacará otra " performance impecable". Pero aún así no me atrae me parece un clan de suricatas, volteando al unisono. Seamos sinceros, si fuera parte del ritual de apareamiento seríamos especies aviares ornamentales y no humanos de 46 cromosomas. Aunque tal vez salga a fumar un cigarrillo vedado, por los jardines aledaños cual lobo estepario. quedarme en casa me ayudará a recobrar el equilibrio que las noches de salida consumieron.

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