lunes, 3 de agosto de 2009
Sin título
Estas bordada de voz en la rígida calma que
la bombilla eléctrica aturde al pie de la
envidiosa oscuridad,
incendias el espacio
en masas de luz tras la vista que vueltas
espigas moradas,
eres la mágia invisible que se yergue
ante los objetos que ejercen su
sagrada penitencia a una mejilla
del rubor de la melancolía,
tocando las formas con su clara voz
hacia el inmenso océano
interior, cálido bajo un sol cristalino.
Eres tú, invades mi cuerpo,
fresca como el sonido interior de los muros,
eres tú, forjando el pensamiento
así el escultor al peso de su comba
imprime el mármol.
Podrías perdonar mi ausencia, besar
mi soledad, borrar el calor dejado a través
de las noches adonde no acudieron
las palabras ni los pensamientos
necesarios para vulnerar las lenguas
del reproche.
Ahora llévame, vamos a resbalar al parto
estelar, hacia un sol ultravioleta.
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