viernes, 17 de julio de 2009

La noche, el poema

Siempre sentí admiración por los vanguardistas peruanos de los cincuentas,su cromatismo es algo que necesariamente me gustaría rescatar. Escribí unas cuantas estrofas, un poco más meta, persuadido por las sensaciones que iba encontrando mientras escribía.





Desprendiéndose los pasos como
corcheas mordidas del círculo
armónico, en una mano
de hojarasca vuelan hacia el pasado.


Pero aquellas huellas impresas en la
total oscuridad palidecen
por si pudieran pasar inadvertidas
al registro impasible de la tumba.


Es el silencio el que calca un cuerpo
marmóreo parecido a la garganta
intrincada por la saliva tensa
ante la rigidez del segundero.


Entre la respiración y el latido
frutecen carnosas las sensaciones,
alborotadas como un nido de
escorpiones amarillos, dispuestos
a despertar el horizonte del poema


Calla la tensión de los balcones
del cráneo y sobre las riendas tendidas
en el heno, un flébil gemido
cruza la noche a su hondonada.


De ese llorón estruendo surge
el musgo más rojo que pueda
tolerar la vista humana,
la sombra de la oscuridad misma

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