viernes, 17 de julio de 2009

El camino a los treinta

sigo temiendo al tiempo :(




Los días chorrean sus rostros salpicando esos zapatos que Dios nos ha dado, qué hacer al fin y al cabo, escribir un poema usando palabras raras: aseidad, embate, responso; un poema que excluya al amor por ser charco en sombra, hilo destejedor del fuego existencial que nos ahoga en el sofá, agitando las manos en ademan de santa resistencia: Es todo lo que podemos hacer contra el orden establecido, la aculturación, la extinción de los osos polares; empuñar bien esa rebeldía de poeta y dar un golpazo justo en el ventrículo de la sensibilidad humana, luego sonreírle a Rimbaud y silbar son de tregua hacia el día siguiente. Y ahí están las herramientas tal y como las dejaste más un plus de humor gomoso que ha de advertirse cuando ya haya erigido la próxima pirámide y nuevamente aguardar a la inspiración en ese tránsito reducido que hay de las zapatillas al lavabo, mientras las puertas se irrumpen en el maquinal itinerario para concertarse en el espejo con la propia imagen y ceñirse a ella advirtiendo la garra del tiempo diezmar la tan ansiada juventud, sabiendo que solamente se eclosiona una vez por vida con brindis y favores y que después de ello aún no se ha replegado el ala, por lo tanto acostumbrado al suicidio doméstico entre botones y pantalla-compota, respirando el aire que entre las regiones de la casa se carga de dientes para el cerebro. Debemos compensar la tersura derruida de alguna manera, dando el siguiente paso, consumiendo alta cultura únicamente, aprendiendo a conseguir las cosas por menos palabras y a sonreír con mejor puntería. Tener más de veinte años desalienta contar los años que exceden apuntando los treinta, con la primera edad guindando del nombre, más aún cuando la luz de los postes riela sobre la acera desierta a la hora menos advertida y sobre todo estatuto y protocolo, como ayer, el tiempo insiste en ser una corriente borrosa succionándonos la vida palabra por palabra , y te preguntas si es que has aprendido algo desde que eras niño e inocentemente estabas convencido que tanto tus padres como cada ciudadano poseían el koan de la vida y ahora por el contrario estas completamente seguro que nadie, ni siquiera los sacerdotes, psicólogos, pseudo videntes, chamanes, rabinos, yogis o estrellas de rock lo saben con exactitud yen tal situación las doctrinas sirven para construir bellos templos de intelectualidad selectiva desde donde uno se sigue sintiendo igual de angustiado. ¿Realmente habremos aprendido algo además de fingir que nuestros ojos son vírgenes de la justicia existencial que rompe en sangre la flor de sacramento, bajo las unidas palmas que sostienen la sociedad y el núcleo familiar, formalidades vigentes solamente por necesarias e igual de fraudulentas? “Es poeta”, cuchichean las señoras cuando te ven pasar greñudo, con el semblante que debe tener Atlas tras cien mil años de cargar pura roca circular.

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