Es suficiente, en menos de una semana he escrito más de 250 versos, necesito un descanso.
escrito sobre un cuadro de Munch
¡Maldita, maldita suerte! Por qué hoy encuentro en mi vaso la pata inmensa de un ninsecto abominable. Noche tras noche nuestras oraciones han golpeado con lágrimas el cielo, con desvelo y devoción de minúsculos granos, mientras Sophie yacía inutilmente envuelta en la abyecta fiebre de la consunción. Su rostro bajo la luz de la agonía iba perdiendo sus bellos rasgos ante nuestras impotentes miradas y mamá no dejó de llorar una noche dándole de hinojos al rosario, pidiéndole a Dios que tomase primero su vida antes que la de su hija menor, que no permita para ella el inmenso castigo de enterrar a su pequeña. Nosotros los hermanos hacíamos turnos para vigilar su salud, mientras Cecilia calmaba a nuestra madre dándole mates sedativos y agua de azar. Furon ocho días solamente pero ustedes saben como es la incertidumbre, hacía que cada minuto fuera una eternidad teniendo en vilo nuestra angustia, a pesar de ello ebíamos mantenernos firmes y activos yendo y viniendo de la farmacia con los medicamentos necesarios que el doctor solicitaba y siguiéndo al pie de la letra sus indicaciones mientras éstes estaba ausente. Todos bajamos de peso, la angustia nos quitó el apetitò o en todo caso el gusto por comer, por dormir, nos consumió la tensión como una sequedad sobre nuestros rostros. Yo en mi habitación tuve ataques de pánico, mis palpitaciones crecían entre ahogos y sacudidas, sentía sudando que de pronto iba a volverme loco. En la mesa ya nadie dirigía la conversación, almorzábamos cada uno por nuestra cuenta a causa de la vigilancia y la suspensión de nuestro apetito. Por la tarde la fienre de Sophie aumentaba, el doctor que ya había llegado nos decía que era normal en la fiebre al igula que en la temperatura de las personas saludables, cubriéndola con paños húmedos. Era el momento más intenso, yo conociendo casos similares habíame hecho ya de su pérdida, Sophie yacía en cama, nada podíamos hacer ante su inminente muerte. pero la fiebre se asentó y descendió en los próximos dos días, el doctor nos comunicó su mejora diciéndonos que con suerte Sophie se recuperaría y eso era lo que pareció. Al tercer día la fiebre regresó incrementada sobre los cuarentaiun grados, llamamos al doctor de emergencia, ya era tarde, Sophie falleció por la tarde, una fiebre intermitente nos dijo el doctor ¡una maldita fiebre y todo se acaba! nuestro recuerdos e ideales. Es como si una hoz cercenara las capas de la realidad arrojando nuestros corazones a la penumbra más honda, sin razón alguna, solamente porque sí.
viernes, 17 de julio de 2009
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